miércoles, 30 de noviembre de 2016

Middle Age Freak: Café a 56kbps


En este justo momento, cuando me encuentro meditando sobre el tema para escribir esta semana, mientras la música de un playlist de YouTube ambienta mi estudio, un torrente se descarga en una ventana continua sobre el escritorio. Además, Facebook y otros servicios de mensajería están activos y la bandeja de entrada de mi correo electrónico exhibe una cantidad inusitada de spam y otros correos que, realmente, nunca me molesto en abrir. Otra ventana del navegador permanece abierta en la página principal de Google, en caso de que necesite consultar algo. Para complementar todo el cuadro, una taza de café humea sobre el escritorio.

Y es dando un vistazo a esa taza de café instantáneo con leche que, de repente, pienso en un determinado lugar. El número ciento dos de la calle Nuevo león, en la colonia Condesa de la ciudad de México.

Mi Café Internet favorito.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Middle Age Freak: Punisher. Definitivamente, Punisher


Realmente no lo dudo tanto ni tengo mucho que considerar al respecto. Cada ocasión que, en línea o sobre la mesa de café, se habla de superhéroes Marvel, DC, Image o de cualquier otro universo de cómics, y surge la pregunta acerca de nuestro personaje favorito, muchos enlistan a los más longevos, respetados, populares o protagonistas de la película del momento.

En cambio, mi héroe de historieta favorito, desde que tengo memoria, ha sido Punisher. Y es algo más que un gusto adquirido o una adoración instantánea. Ha sido más un encanto constante y discreto que siempre se hacía presente cuando leía los viejos ejemplares del Hombre Araña de mi papá, publicado entonces por Novedades, y donde el justiciero-vigilante realizaba alguna aparición especial como antagonista o aliado renuente del arácnido, nunca opacando totalmente al Hombre Araña, pero sí imponiendo su presencia y sus acciones en cada panel donde apareciera.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Middle Age Freak: Don Alejo, Una Madrugada de Noviembre


Recuerdo que lo primero que pasó por mi mente al escuchar la noticia -hace seis años-, al leerla en portales de Internet y en redes sociales, al enterarme de los hechos mezclados entre los rumores, fue haberme preguntado; ¿en qué estaba pensando ese hombre? Y no en el sentido peyorativo que podemos imprimirle a esta expresión. No, literalmente me preguntaba en qué estaría pensando Alejo Garza Tamez esa madrugada del 14 de noviembre del 2010, mientras esperaba, parapetado dentro de su rancho San José, a los miembros del cartel de los Zetas que, un día antes, lo habían amenazado para que les entregara su propiedad.

martes, 8 de noviembre de 2016

Middle Age Freak: Roleando IV: Sobre una Webcam, Siete Horas de Diferencia y Galactus



 A principios del siglo XXI, con la tecnología de la conexión dial up dándole paso a la banda ancha e inalámbrica, había cosas que me divertían, aunque realmente no las tomaba muy en serio. Ni siquiera las consideraba plausibles, aunque los recursos, la ciencia y la experiencia ya las hacía posibles.

Una de ellas era el trabajo del caricaturista norteamericano Aaron Williams, particularmente su tira cómica Full Frontal Nerdity, donde un grupo de jugadores de rol, conformado por Frank, Lewis y Nelson, en cierto momento, re-integran a su mesa a un viejo conocido, Shawn, quien deseaba regresar a jugar con sus viejos amigos. El problema era que Shawn vivía  en Alaska en aquel entonces. En Alaska, pero con acceso ilimitado a una conexión de Internet.

martes, 1 de noviembre de 2016

Middle Age Freak: Con Claridad e Inconsistencia


Lo recuerdo con claridad e inconsistencia:

Era 1982, o tal vez un par de años más tarde. Yo tenía seis años, o quizás más, pero sí ocurrió en el pueblo natal de mi madre, ubicado en el corazón de la sierra hidalguense. Un pequeño pueblo con crepúsculos arrebolados y un frío de mil demonios, pero lo bastante grande como para darse el lujo de tener una sala de cine (una tienda departamental ahora), al cual me llevaron una tarde-noche de octubre. O tal vez fue en septiembre. 

Esa noche fue la única vez que he visto a Mario Almada en cine, directamente en una pantalla gigante y no interpretando alguno de los roles que lo han perpetuado como icono del cine de acción mexicano de catálogo y héroe fronterizo. No, en esta película Interpretaba a un médico. Un doctor a quien el sheriff de un pueblo arquetípico del oeste de finales del siglo XIX (interpretado por Eric del Castillo), le pide su ayuda para realizar una operación delicada: la separación quirúrgica de sus hijos siameses, unidos por la espalda y a quienes ha mantenido en secreto y encerrados desde su nacimiento.
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