lunes, 24 de febrero de 2014

Middle Age Freak; Convención-Al (II)






Regresar al ambiente de las convenciones de comics, luego de varios años de no participar activamente en una, me reveló dos cosas: Muchos aspectos en esencia no han cambiado; la planeación que falla, el trabajo que resulta ser mucho más que el imaginado, el tiempo que tiende a fluctuar a distintas velocidades durante el día y esa tendencia involuntaria de omitir tu propia hora de comida. La segunda revelación es que, pasando los treinta años, todo lo anterior ya no se resiste como antes.


Es cierto que la Comic Con México prometió el regreso del antiguo estilo de las convenciones de comics en nuestro país y del culto a la historieta norteamericana y mexicana. También es cierto que la Comic Con falló en mucho de lo prometido, principalmente por los problemas de su organización interna, el retraso en su día de inauguración y los reajuste de horario que debieron hacerse, además de la falta de información del programa dentro del mismo recinto. Pero en verdad me impresionan más aquellos aspectos que se han arraigado en las convenciones de comics actuales y que no van a desaparecer, por más que se busque realizar una convención a la vieja usanza:


Gustavo Martínez, fundador de Comics S. A., en una entrevista que le realicé para la revista Conexión Manga hace ya algunos años, me dijo algo que he visto cumplirse en varias ocasiones: El cómic, el producto base de la industria, ha dejado de ser la base. Esto es evidente cuando vemos un mayor movimiento de venta de productos derivados del cómic: Juguetes, figuras de colección, playeras, tarjetas, etc. En verdad dudo que en un futuro cercano volvamos a ver aquellos stands con largas cajas blancas de “back issue”, en espera del coleccionista.


El manga y el anime llegaron para quedarse. Actualmente es inconcebible separar quirúrgicamente al manga del cómic en una convención, en especial cuando la venta de ambos logró mantener a flote a varias tiendas, editoriales y convenciones en años pasados.

Siempre habrá un invitado internacional al que el público preste poca atención. En esta ocasión fue Randy Martínez, ilustrador para la empresa de tarjetas coleccionables Topps en varias colecciones de Star Wars y otras series. En años pasados fueron Will Eisner o incluso Boris Vallejo.


Dentro del cosplay la minuciosidad, el detalle y lo espectacular se ha vuelto la norma. Se acabaron las épocas en que un solo disfrazado llamaba toda la atención, como el Depredador de la Conque o la enorme Mokona de dos dimensiones (plana, plana como ella sola). No es porque ya no se realicen disfraces tan impresionantes, es porque ahora casi todos son así. Es admirable el empeño de estos jóvenes cosplayeros, sin duda, pero es muy ingenuo esperar que logren destacar por mucho sobre los demás.



Es cierto que las convenciones de comics no tienen la obligación de ofrecer espacios gratis para los artistas independientes, pero es casi imprescindible ver sus mesas en un rincón del salón (generalmente el más retirado de los vendedores principales) donde realicen su trabajo, vendan sus bocetos o sus publicaciones independientes. Son el punto intermedio entre los que apenas empiezan a dibujar y los que ya son artistas consagrados. Son los que van en camino.

Hay que tener condición física para recorrer los pasillos de una convención, revisar mercancía, regatear con el vendedor, esperar turno para sacarte una foto con tu cosplayero favorito, todo sin una zona definida para sentarte a descansar. Por lo que siempre hay que improvisar una en un rincón de los salones o en alguna conferencia poco concurrida.

Y finalmente, lo que nadie podrá discutir. La comida que venden en las convenciones siempre tendrá sobreprecio.


No hay más que decir.

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