miércoles, 13 de noviembre de 2013

Los Otros 52, 13a Semana. "El Punto Intermedio"

Caes a través de hielo delgado

EL PUNTO INTERMEDIO

Ángel Zuare

En situaciones de crisis, en momentos dramáticos o de tensión, hay que encontrar rápido el punto intermedio en nuestras emociones, pues es la mejor forma de sobrevivir. Por lo tanto, dejarse llevar por la desesperación y actuar sin pensar, es tan perjudicial como el quedarse quieto esperando ayuda o a alguien con autoridad que nos indique qué hacer. Finalmente, ¿qué es más peligroso? ¿Cruzar una calle corriendo y sin mirar a ambos lados, o pararse en seco cuando se descubre que un auto viene directo hacia nosotros? ¿Es mejor retorcerse y gritar cuando alguien intenta subirte a un auto desconocido, o simplemente obedecer todo lo que te ordenen cuando te ponen el cañón de una pistola en la frente?

En el justo momento cuando el hielo cedió bajo sus pies y se hundió completamente en el agua helada, él no pudo pensar en ese punto intermedio. Respiró como acto reflejo y sus pulmones se llenaron de agua. Empezó a patalear y a bracear desesperado mientras su cuerpo giraba dentro del agua. Apenas alcanzaba a ver sobre su cabeza el agujero que había dejado en el hielo.


Las botas de invierno y su abrigo, los guantes y la bufanda con la que cubría gran parte de su rostro, se convirtieron en lastres que empezaron a jalarlo hacia el fondo del lago. Braceó y pataleó con fuerza buscando impulsarse hacia arriba, pero su cabeza y sus hombros golpearon la placa de hielo, bajo la cual él se había movido en su desesperación.

Mordió sus labios con fuerza mientras fruncía su rostro. Entonces empezó a usar su cabeza. Buscó la luz que se filtraba al lago a través del agujero por el que había caído. Braceó con fuerza y precisión, ignorando el dolor en sus brazos y piernas hasta que llegó ahí. Sacó las manos y trató de asirse al borde, arrancando varios trozos más de hielo delgado. Por momentos lograba asomar su rostro fuera del agua, permitiéndole tomar algunas bocanadas de aire. Y entre sus chapoteos y su jadear podía escuchar pasos que se alejaban corriendo y lograba ver la luna llena que se asomaba en el cielo esa noche.

Finalmente su mano enguantada sujetó un borde de hielo que parecía resistir. Juntó ambas manos y empezó a izarse. Los músculos de sus manos se congelaban, aún a través de los guantes, y sus hombros ardían como si estuvieran quemándolos con un soplete. Sacó fuera del agua todo el brazo derecho y su cabeza, respirando profundamente. Los pasos que escuchó seguían alejándose y fijó su vista hacia ellos.

Debió haber sido el peso, pensó. Sin duda fue por el peso. Tuvo suerte porque no es posible que ella imaginara que el hielo no podría soportarme a mí y a ella sí. Estaba muy asustada, sólo quería huir del cobertizo, no podía pensar. Y yo tampoco lo pensé bien. No consideré mi propio peso y que el deshielo ya estaba comenzando. Soy un imbécil, todos tienen razón, ¡soy un idiota! ¡Idiota! ¡IDIOTA!

La vio correr hasta llegar al otro extremo del lago, vistiendo solamente una camisa de franela vieja y un pantalón de mezclilla que él había comenzado a rasgar con su cuchillo de peletero, antes de darse cuenta que tenía que ir a comprar el reemplazo de algunas de sus herramientas, desgastadas por el uso de los últimos meses. Pensó haberla dejado segura dentro del cobertizo, pero al regresar la vio salir corriendo y perdiéndose entre los árboles.

Sobre el lago todavía alcanzaba a escuchar la agitada respiración y los ahogados gritos de auxilio de la chica. Y mientras recobraba el aliento, la luz de la luna llena se reflejó sobre la hoja de su cuchillo de peletero que había soltado al caer al agua. Estiró la mano hasta sujetar la empuñadura de asta de ciervo y sonrió mientras todavía escuchaba el sollozo femenino entre los árboles.

Con la cabeza fría (en más de una manera) empezó a trazar sus planes para salir de aquel hoyo y rodear el lago para luego buscarla en el bosque donde ella seguía dando vueltas sin sentido. Y al mismo tiempo empezó a trazar los planes para la próxima luna llena.


De eso de trata todo. Así se sobrevive. Con dichos y hechos. Con plan y acción. En el punto intermedio.

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